Por : Maria Zoraida Rios Herrera
Docente de Aula ENS Jericó
Bien se ha dicho que la función de la familia frente a los objetivos formativos y académicos de la escuela son fundamentales e inamovibles, sin embargo a lo largo de la vida escolar de un hijo, el entusiasmo de la familia cambia; al iniciar, los niños de manera sagrada asisten a la escuela de la mano de su protector es llevado y recogido con los cuidados necesarios e incluso uno que otro exceso, cuando se termina esa etapa de preescolar, la compañía se ve levemente disminuida hasta que desaparece, es decir al inicio de la vida escolar la familia aparece para elaborar su desapego o para garantizar la seguridad en el trayecto pero lentamente se transforma en una lamentable asistencia, que para unos se basa en recibir el informe final del periodo reduciendo su función a felicitar o regañar, para otros en asistir a la escuela cuando ésta la convoca por situaciones mayores y para otras ni siquiera porque le piden al favor a alguien que reciba el informe del hijo.
Este panorama es desalentador si se tiene en cuenta que solo una parte de las familias permanecen atentas y trabajan de la mano con la escuela, otro tanto con buena intención acompaña algunas tareas u objetivos que aún no logra su hijo, pero bajo la intimidación, el usual soborno, el castigo, la irritación y sobre todo la angustia familiar, unas cuantas asisten voluntariamente a la escuela y se ocupan de apoyar los procesos formativos y la vida escolar en general de esta manera regularmente transcurren las familias en el mundo de la escuela, pero para este momento el enfoque lo vamos a tener en la función específica de la familia que tiene su hijo con necesidades educativas especiales, talentos excepcionales o discapacidad, mínimamente deben encajar en una de las familias que asisten a la escuela, pero realmente la función de estas, debe iniciar con la responsabilidad de comunicarse constantemente con el maestro, realizar adaptaciones pedagógicas que apoyen las del maestro en el aula, anticipar algunos conocimientos que desde casa se le pueden empezar a instalar, poner al tanto a la escuela sobre las particularidades o novedades de salud o recomendación de algún profesional, es claro que la competencia del maestro está en el área pedagógica y las que sean diferentes a estas deben ser comunicadas en su momento.
Desde luego que no debería ser solo por las características expuestas, la conexión y el apoyo debe ser general, no obstante para el caso referido la escuela es la primera llamada a convertir la adaptación curricular en una gran responsabilidad en el orden del saber pedagógico y para esto mínimamente el maestro debe ilustrarse un poco sobre el diagnóstico, el proceso de desarrollo y crecimiento considerado para cada niño y las características para que las adaptaciones que lleve a cabo sean realmente efectivas.
Se debe entender la adaptación curricular, como un proceso inacabado de adaptación e individualización de la enseñanza, que se inicia y forma parte del mismo proceso de concreción curricular, afecta a todo el profesorado y alumnado, implica la mejora permanente de la enseñanza y permite establecer un continuo en la respuesta a la diversidad, que va desde las medidas más ordinarias de centro hasta las individuales más excepcionales. De tal suerte que cuantas más decisiones curriculares y organizativas se adopten con carácter ordinario en el primer nivel de concreción, menor será la necesidad de adoptar las más excepcionales en el último nivel y mejor será su articulación. Cuando el proyecto de centro se entiende adecuadamente como un sistema en donde cada nivel educativo es interdependiente en relación a los demás, el proyecto curricular se convierte en el documento marco de adaptación del curriculum básico a las necesidades concretas de todo el alumnado del centro analizadas en el contexto global del mismo en su entorno.
La programación de aula en el proyecto de adaptación a las necesidades de cada grupo, en base a las características concretas de cada uno de sus miembros y al mismo como conjunto. Y la adaptación curricular individual en la adecuación del programa del grupo-aula a las necesidades más específicas de cada sujeto. Y es a así como el curriculum se adapta a los sujetos y no lo contrario. Porque es la adaptación curricular que se realiza en el proceso de concreción del curriculum básico, la que “dibuja” el continuo de respuesta a la diversidad que ofrece el centro. Y el continuo de respuesta el que guía y facilita posteriormente el proceso de toma de decisiones curriculares a seguir cuando sea necesario adoptar cada una de las medidas de atención a la diversidad previstas. De ésta manera, las medidas específicas podrán ser adoptadas cuando todas las ordinarias posibles hayan sido probadas y mostradas como insuficientes, a la vez que las excepcionales lo serán cuando lo hayan sido aquellas. Así, son las necesidades educativas, analizadas en los contextos que ordenan los proyectos curriculares de cada nivel de concreción, en lugar de las características de los sujetos, las que justifican la necesidad de introducir nuevas adaptaciones (Pérez-Sostoa, 2001).